Muchas naves comienzan a inquietarse a la vista de las previsiones metereológicas para el día en que deben hacerse a la mar, el próximo sábado, y consultan a los adivinos y miran al cielo en busca de señales claras de cómo actuar.
Ya sabemos cuánto odia Posidón, el que agita la tierra y levanta tempestades, a marinos desafiantes como Ulises, pero Eolo podría colaborar enviando una agradable brisa que ahuyente los negros nubarrones y permita a Helios de rato en rato observar lo que ocurre aquí abajo, en torno a nuestro breve Mediterráneo matritense.
Preparados, pues, para soportar los embates de aguas dulce o saladas, provengan de donde provengan, las tripulaciones, desfiando el oleaje sin timón ni timonel, encontrarán a pie firme esperándoles en sus reinos a esa larga lista de viejos conocidos que deben a Homero la mayor parte de su fama...
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