Nueve fueron en esta
ocasión las ubicaciones en las que se desarrollaron las diferentes pruebas de
la gymkhana: al borde de los paseos, junto a las fuentes, delante de
edificaciones o alrededor de las múltiples estatuas que adornar el Parque de El
Retiro tuvieron que enfrentarse los jóvenes participantes a retos que ni
siquiera habría superado el mismísmo Perseo. Medusa hizo de las suyas,
dejando de piedra a los que osaban mirarla.
Era muy importante escuchar las instrucciones con atención:
Prueba 2, en el monumento a Ramón y Cajal.
En la prueba 10, te podían perseguir tanto Pegaso
como el propio Perseo:
En la Casita del Pescador, prueba IX, había que
adivinar en qué vaso estaba el ojo que compartían las Grayas:
Saltando y volando como Pegaso para eludir a los monstruos.
De los momentos más agradables de
la vida de Perseo fueron los que pasó con Andrómeda. Por eso en una prueba, nuestros
participantes tenían que recordarse en una canción que, junto con su
coreografía, compusieron para superar la prueba.
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